Moisés Córdova forma parte de la tercera generación de una familia de sastres dedicada a este oficio desde finales del siglo XIX.
“Mi abuelo, Mariano Córdova, fundó la primera sastrería en 1896, cuando tenía 21 años. Tuvo 10 hijos, de los que cuatro fueron varones, y todos ellos se dedicaron a la sastrería. Él mismo fue quien les enseñó esta profesión. Luego le tocó el turno a mi generación, ya que tres de sus nietos hemos seguido con la tradición”
A sus 50 años, es el único miembro de la saga que sigue en activo, al frente de la tienda en la madrileña calle de Velázquez.
“Un sastre se va formando a lo largo de muchos años. Se empieza desde abajo, entregando los trajes a los clientes. Luego aprendes a coser, a planchar, a utilizar la tijera y el jaboncillo para marcar los trajes. Y, por último, a probar las prendas sobre el cuerpo. Todo este proceso dura unos cinco años, es casi como una carrera universitaria”
, describe Moisés.
Pero, en su opinión, un buen sastre tiene que saber mucho más que coser. “Hay que tener algo de psicología en el trato con el cliente, porque así vas a tener una mejor relación con él y vas a poder hacerle un traje mucho más adecuado a lo que necesita, no solo en el plano físico, sino también adaptado a su estilo de vida, para que se sienta cómodo”. Y es que Moisés Córdova es un experto en tendencias y gran conocedor de la elegancia: “Un sastre es el moderador entre la moda radical y lo anticuado”.